jueves, 28 de noviembre de 2013

Persiguiendo a la memoria

Quisiera viajar en el tiempo y tenerte a mi lado de nuevo, desdibujar las arrugas de tus manos y volver a sentirlas fuertes, alzåndome sobre tus hombros y, de ellas, descubrir los ríos,  los senderos y las montañas de mi infancia.

Quisiera que de nuevo me contaras las historias que de niña me hacían soñar y reir, que las palabras no se resbalaran entre los huecos de la enfermedad y dormirme en ellas, como tantas otras veces.

Quisiera rescatar tus recuerdos para ti y en una noche de verano compartirlos contigo, sin interrupciones, sin vacíos,  sin puntos suspensivos ...

Pero aunque las palabras se marchiten y los recuerdos se diluyan tu risa sigue brillando alegre, imperturbable.  Tus ojos marinos aún relucen con tu esencia y tú sigues siendo tú: lo que fuiste y lo que eres, sencillamente... mi padre.

martes, 22 de octubre de 2013

Cajas




Vivimos en un universo de muros, muros que nos protegen, esquinas que nos ocultan, muros que nos encierran y nos aíslan de los demás,  sumidos en nuestra individualidad artificiosa.... Edificamos cajas donde vivir, cajas donde almacenamos más cajas que guardan objetos que no significan nada.
Nos desplazamos en cajas y vivimos ante cajas que proyectan imágenes vagas de una realidad adulterada...
Muros,  rectas, esquinas, paredes, aristas... y, sin embargo,  el mundo es redondo,  como las líneas curvas de tus ojos, capaces de mirar más allá de la cuadratura de la pantalla... como el vientre redondo de una madre que derrama vida,  o al suave línea de unos labios que besan la prominente mejilla de un niño...
Curvo, como la silueta desdibujada del horizonte a través del cual nace el sol cada mañana...
Informe,  como la armónica conjunción de dos amantes en la madrugada...
Líquido,  como el sinfonioso conjunto de ríos,  lagos y mares que colma la sed del mundo...
Pero nos empeñamos en construir muros y cajas donde escondernos unos de otros, donde escapar de la belleza que nos rodea.... mirando a través de un universo paralelo con forma cúbica. 

domingo, 29 de septiembre de 2013

Encrucijada

El verano se diluye como los rayos del sol otoñal,  ya sólo es un dorado recuerdo resbalando hasta el fondo de mi memoria. Cicatrices que se suman a las que la vida irremediablemente ha ido dejando en mi piel y que construyen el sinuoso camino de mi existencia. 
Sigo aquí y sigo respirando, en el umbral del otoño,  mi presente,  en una encrucijada, un punto de conciencia donde todo, por primera vez, parece más real y más ajeno al mismo tiempo.
Edificando el futuro a base de retazos, reencontrandome a mi misma en cada palabra, en cada silencio,  en cada recodo del camino,  en cada trago amargo, en cada regalo dulce que nos ofrece la vida.
Buscando, sin saber qué encontrar. Encontrando aquello que ni siquiera busqué.
Forzándome a soñar porque sin sueños el mundo se destiñe y la soledad duele.  Porque sin sueños las cicatrices se abren y escuece la memoria.
En el umbral del otoño el sol ya se puso. Pero el planeta, como todo, sigue girando y, mañana,  sí,  mañana.... y, es la única certeza que tengo, volverá a acariciar mi pelo.

jueves, 22 de agosto de 2013

La sencillez de amar





Vacía tu mente de todo lo que aprendiste, de todo lo que viviste, de todo aquello que te contaron sobre el amor.
Vacía la mochila del pasado y deja atrás en el camino tus miedos, rencores, sufrimiento... nada de eso importa ya...
Olvida los convencionalismos, lo que los demás esperan de ti, las etiquetas,  aquello que se supone es lo correcto... ¿De verdad es tan importante?
No. No lo es. Nada de eso importa.  Las expectativas,  la sociedad, las mentiras sobre lo que se supone es el amor... sólo lo complican todo y en realidad amar es tan sencillo...
Porque amar es tan sencillo como tú quieres que sea.
Amar es completarse en el otro, descubrirse y crecer. Es construir día a día con hechos, momentos y anhelos ese vínculo invisible que une pero no ata, que libera y no esclaviza, que expansiona, no envenena. 
Amar es comprender,  confiar, es saber que ahí estaré cuando tú necesites de mí, cuando estes perdido en la noche...
Yo quiero ese amor sencillo,  sin pretensiones, sin exigencias, sin promesas falsas, sin barreras,  sin miedos, sin heridas,  sin dolor.
Yo quiero ese amor sencillo y amar tranquilamente, llenando mi vida de sonrisas, miradas,  encuentros,  de momentos únicos e irrepetibles.
Porque amar es tan sencillo como tú quieres que sea.

domingo, 14 de julio de 2013

El Enemigo


Os dejo este relato, un tanto psicodélico, que debí escribir con no más de 20 años. Ha aparecido junto a algún otro en una vieja carpeta más una buena cantidad de poemas. Es de una época donde escribía cosas bastante oscuras y duras. 


Había sido un soldado pero ahora, desnudo y desarmado, era sólo un guerrero. Sin embargo, no todos los soldados lo son realmente, ni todos los guerreros han apretado el gatillo...

Pero él, auténtico guerrero.- lo decían sus ojos, lo gritaban sus manos.- él sí. El había acariciado la gloria ruin, había degustado la satisfacción suprema de la muerte, deglutido la sangre de los enemigos y se había deleitado como un loco con el tronar de la contienda. 
Por aire, tierra o mar, se había zambullido en la marea vertiginosa del poder más sublime, el de la destrucción.

Y ahora, el Soldado era tan sólo un Guerrero que desnudo, deambulaba a través de una inmensidad de arena y sol, de esterilidad sedienta. 

Cualquier hombre corriente hubiese sucumbido al azote constante del látigo del desierto y se hubiese dejado sepultar por él sin resistencia alguna.
Mas él no era un hombre corriente. A un hombre engendrado sobre un charco de sangre le mueven impulsos más oscuros que la noche. A un hombre nacido en un nido de cadáveres le persigue un destino cruento del que escapa, sembrando dolor. 

Así se entiende que el guerrero continuara, sin razón, luchando contra la tormenta, doliéndose es cierto de abiertas heridas, pero siempre adelante, ignorando su espíritu lo que su cuerpo se empeñaba en recordar. 
Pero no estaba sólo, no... la Muerte, veterana compañera fiel se reía de él, apenas unos pasos por detrás. Y cuando el esperpéntico héroes se derrumbó, tragando arena, una carcajada fría de cuervo paralizó sus miembros. 

Desde luego que no, todavía no se había escrito la palabra "fin" en su siniestra vida. Una mano oscura lo rescató, ahogando el grito triunfal de la muerte. 


                       *      *        *



Lo había encontrado, desfallecido, pálido y frágil, a merced de aves carroñeras y otras alimañas desaprensivas. Era el Enemigo, y ella lo sabía, pero su herida emponzoñada, su débil aliento y su delicada piel le provocaron una lástima, más que profunda, sublime. 
Él era el Enemigo y ella lo sabía, pero aún así, lo metió en su casa, le lavó, le curó y le prodigó cuidados y caricias durante noches y días hasta que sus ojos se abrieron y supo el grave error en el que había incurrido. 
Pues los ojos del guerrero le miraron, metálicos, a través de siglos de horror y desolación. Y ella, que había nacido en el dolor, comprendió y lloró por la estirpe maldita de aquel guerrero. 

- ¿Por qué lloras?- dijo él, y fue inútil. Difícilmente se entienden los guerreros con aquellos que nunca lo han sido. - ¿Por qué lloras?- repitió, y al no encontrar más respuestas que sus lágrimas interpretó este hecho como un gesto hostil, desafiante. Y el Guerrero, herido en su dignidad, incapaz de cometer acto alguna que no fuera atroz, actuó como era su costumbre: ultrajando, destruyendo, violando, humillando...

- Mátame ahora, te lo suplico, harta está la tierra de tu linaje... decía ella, ahogada ya en el vacío de sus ojos. Decía ella y fue inútil, pues el Guerrero no oía ya, sumido en el infierno de sangre y nada más que sangre. Y entre sangre y sangre ella murió sin darse cuenta, murmurando la misma súplica una y otra vez, la misma súplica que la madre del guerrero profirió. 

La Muerte recogió su premio y siguió al Guerrero que, cubierto de miseria regresó al desierto. La Guerra no había acabado aún. 

jueves, 11 de julio de 2013

Verano




Verano…
Pienso en ti y la boca se me llena de sandía fresca
resbalando por la barbilla.

Verano…
Hueles a la montaña
cuando el sol aún no ha tocado al mundo de lleno.

Cierro los ojos y puedo escucharte:
eres el agua corriendo libre tan lejos del mar…
pero también eres el murmullo de las olas
y el rumor de las voces de los niños que construyen castillos en la orilla.

Verano…
alargo mis manos y al tocarte eres piel caliente cubierta de arena
que salpica mis manos de tu esencia.

Verano, eres tantas cosas….
Las siestas más deliciosas de mi vida,
las noches más cortas,
bicicleta, sudor, cerveza,
risa, amor, cloro,
helado, sexo, libros,
palabras, palabras, palabras….
Conexiones, emociones, sensaciones
de los veranos que fueron, son y serán…

Y aunque yo ya no esté ahí, el verano seguirá,
acogiendo los mil significados

que queramos darle. 

lunes, 8 de julio de 2013

La niña que habita en mí




La niña que habita en mí tiene ojos grandes, sonrisa tímida y se sonroja con facilidad. Vive en la punta de las palabras tiernas que dedico a mis hijas, y en los besos de chocolate que cubren sus mejillas… la puedes encontrar bajo mis párpados al dormir…

La niña que fui aún está ahí, construyendo puentes con los sueños incumplidos y las promesas olvidadas. Recordándome cada día que no se nos puede olvidar soñar, porque soñar es vivir y, sin sueños, ¿qué somos sino aburridos adultos encastrados en la monotonía del tiempo?

Ella no sabe que la observo a menudo. Me divierte verla construir torres con las historias que dejé incompletas. Me hechiza verla jugar al escondite entre mi primer amor y la primera decepción, entre los últimos recuerdos de una infancia que ya solo mora en mi memoria. Ha dibujado una rayuela justo al lado del lugar donde nace mi sonrisa, y juega allí a menudo, llenando de cantinelas infantiles mi risa.

La veo peinarse las largas trenzas morenas, sentada en un columpio. Las piernas largas, llenas de moretones (hay cosas que no cambian), y el corazón lleno de anhelos. Me gustaría acercarme a ella, abrazarla y decirle tantas cosas…. Pero cuando doy un paso ella escapa jugando, y se esconde tras los cuentos que no llegué a escribir.


En ocasiones la dejo regresar y entonces vuelvo a ser ella: el pelo revuelto al despertar, las mejillas sonrojadas, una mirada traviesa, una carcajada sincera… y los sueños, sueños que nunca he de olvidar y que ella me trae entre sus pequeñas manos… Los apreso entre mis manos y esta vez no dejaré que escapen volando. Esta vez los guardo a buen recaudo en un bolsillo bien cerquita de mí, para que no se me olvide soñar. 

jueves, 27 de junio de 2013

Senderos




Pies descalzos por un sendero que serpentea, da rodeos, no tiene un destino definido… y eso es lo bello: desviarte del camino, lanzarte a la hierba, notar las infinitas gotas del roció entre tus dedos, cerrar los ojos y sonreír, sintiendo el beso del aire en tu boca y la caricia del sol en tu frente.

El camino no tiene un fin claro. Y… ¿acaso importa? Nos obcecamos en saber dónde nos llevan nuestros pasos y nos olvidamos de lo que en realidad importa: nuestro viaje…. Nada más.
Porque, hagamos lo que hagamos, todos los caminos nos conducirán al mismo lugar del que nadie puede escapar… así que….

Vive tu viaje… pero no corras, ¡salte del camino! Mira a los ojos de quien tengas a tu lado, ama, lucha, canta, sueña, respira, rie, araña tu vida hasta lo más hondo… exprime cada segundo del viaje, haz que valga la pena cada paso, construye tu sendero con los besos que diste, los sueños que lograste, los amaneceres que te vieron crecer, las noches que velaron tu descanso, las palabras que regalaste, las lágrimas amargas de la soledad,  las risas de los niños que juegan, las sonrisas cómplices, el abrazo de una madre, la mano firme de un amigo, el recuerdo bello del primer amor y el llanto desgarrador de un hijo que nace… así, cuando llegues al final y mires hacia atrás verás todas estas cosas, y descubrirás la belleza de una vida plena, compleja y en definitiva, tuya, de nadie más que de ti mismo.


Por el momento, yo prefiero detenerme un instante. Tumbarme en la hierba húmeda de la noche, mirar a las estrellas y sonreir… mañana será otro día… 

lunes, 24 de junio de 2013

La importancia de los silencios




En un mundo bullicioso, lleno de ruidos, lleno de voces, lleno de palabras nadie es consciente de la importancia de los silencios.... 

Hoy párate a pensar un momento, calla...  e imagina qué sería de tu vida sin esos silencios que acarician grandes y pequeños momentos de tu existencia: 

El silencio que nace de las boquitas cerradas de los hijos y llena la casa de paz y quietud. 

O el silencio fresco de la noche cuando se cuela por la ventana y se enreda a los pies de la cama... 

O el silencio dulce que precede a un beso, cuando los labios callan y los ojos hablan... 

El silencio que pone fin a una discusión acalorada mientras ecos de palabras lastimeras resuenan en el pensamiento...

Un silencio solitario regado de lágrimas... que muere en la almohada. 

Un silencio poético y paradójico que gesta palabras y sueños. 

El silencio de dos cuerpos que duermen, saciados... 

Silencios, silencio... albergas en ti mil significados, mil secretos, mil sueños.... sé bienvenido a mi vida... 








martes, 11 de junio de 2013

A las puertas del estío....



Pasos descalzos en la arena preceden al verano.... el sol en mi nuca, la brisa en mi rostro y un cúmulo de tristezas que resbalan tras de mi.... ahí se queden todas ellas, que sean besadas por el mar.... Yo sólo quiero caminar, caminar, seguir caminando, no parar.... mirar al horizonte, y allí tal vez me encuentre yo, en algún punto entre el mar y el cielo. 



lunes, 20 de mayo de 2013

El Dragón de Hong Kong (Parte VI)



Todo ocurrió demasiado deprisa. Al grito de dolor de Lin-Shao le sucedieron otros en la sala de abajo. Al poco rato se escucharon pasos que subían por la escalera, y pronto el mismísimo Chao apareció ante nosotros.
Al ver a Lin-Shao y al hombre tendidos en el suelo lanzó una mirada de odio a Chen, que todavía permanecía de pie, la mirada completamente perdida.
Yo era tan sólo un niño, y antes de que llegaran me escondí cobardemente, tras un mueble. Nada podía hacer contra aquellos hombres, y desde mi escondite observé el cruel asesinato de mi hermano mayor a manos de los esbirros del "Señor de Shangai".

Todo ocurrió demasiado deprisa... y tuve que contener mi llanto para no ser descubierto. Pero lo cierto es que, aunque no lo hubiera hecho, jamás me habrían encontrado, pues lo que sucedió a continuación terminó para siempre con los planes del codicioso Chao. 

Mientras saciaban sus ansias de sangre con mi hermano Chen, algo comenzó a ocurrirle a la bella Lin-Shao. A su cuerpo le sobrevenían extrañas convulsiones que le hacían gritar de dolor al mismo tiempo que los dedos de su mano se arqueaban y se tensaban indsitintamente. 
Finalmente, Lin-Shao se levantó, como movida por un resorte y se sustentó en el aire como si se tratase de una pluma. Se elevó sobre nuestras cabezas: el cabello agitándosele violentamente a sus espaldas, los ojos en blanco y la boca contraída en una mueca de dolor.
Repitió una y otra vez el nombre de su amado pese a la exasperación de Chao y de todos los que estaban allí. Poco a poco se fue encogiendo sobre sí misma hasta formar una esfera con su propio cuerpo, y sin más estalló. Todo estalló. No puedo explicarlo de otro modo. 
Salí por los aires mientras un gruñido gutural parecía surgir de las entrañas de la tierra. Caí sobre mi espalda, destrozándomela y cuando abrí los ojos vi al auténtico Dragón Blanco, mirándome. Todo lo demás desapareció: no existían ni los gritos de pánico de la gente, ni el incendio que se formó tras la explosión... nada. Tan sólo aquel increible ser, de cuerpo de serpiente, cuyas escamas parecían puro nácar, y cabeza leonada de largos cabellos blancos. Sus ojos seguían escondiendo aquella tristeza. Era la misma Lin-Shao. 

Todo mi cuerpo temblaba de emoción y de terror al mismo tiempo. Ella me cogió suavemente en sus garras y me sacó de aquel lugar, posándome en un tejado vecino. 
Después terminó la tarea que había comenzado. Si usted viaja ahora a Shangai comprobará que el "Dragón Blanco" tan sólo es un solar en ruinas que nadie volvió a levantar. 

Lin-Shao se alejó volando hacia el mar. Desapareció de Hong-Kong pero jamás de mi vida. Su mirada extraña se había apoderado de mí desde el primer momento en que la conocí, pese a que sabía perfectamente que su corazón sería siempre de su amado,de Pai-te-Tuan, de Chen. En definitiva, de la única alma mortal a la que le entregó su amor eterno. Y ésta, Jofre Sempere, es la historia que venía a contarle..."

No recuerdo cuánto tiempo me mantuve en silencio. Encendí un cigarro y le ofrecí otro a aquel hombre, que lo aceptó gustosamente. Finalmente me atreví a preguntarle: 

- ¿Y Lin-Shao? ¿Jamás la volvió a ver? 

El medio chino me miró con una sonrisa burlona y apagó su cigarro pese a que lo acababa de prender. 

- Toda mi vida la he dedicado a seguirla, allí donde ella marchara. Siempre siguiendo sus pasos: Nueva York, Londres, París y ahora... Barcelona. Ella ha sido toda mi vida, si se me permite decirlo. 
- Pero... - le dije incrédulo.- ¿En forma de dragón? Muchos más además de usted la habrían visto.

Scott bajó los ojos, lentamente, antes de dirigirme la palabra: 

- Ella retomó su forma humana, pues la maldición no había llegado a romperse. Y como mujer volvió a recorrer el mundo, en pos de su amado. 
- Y... ¿está en esta misma ciudad? 

El hombre no contestó y se limitó a levantarse de su asiento. Se dio media vuelta y desapareció y yo nunca más volví a saber de él.
Pero del mismo modo que le ocurrió a Chen y al propio Scott, Lin-Shao me había cautivado enormemente, aunque sólo fuera el personaje de un relato. Tan sólo podía pensar en ella, en su inigualable tristeza y en sus ojos irisados, que contenían todos los colores del mundo.

Durante noches paseé por la ciudad, perdido en mis pensamientos, buscando a aquella mujer llamada Lin-Shao, de la que tan sólo conocía, era la auténtica Dragón Blanco. 
Y, cada noche, repito mi paseo hasta acabar en este lugar, el Shangai, con la esperanza de que algún día ella venga hasta aquí, atraída por el dragón serpenteante que cruza las letras doradas de la entrada. 

Algún día sé que vendrá, y aquí me encontrará, sumido en la melancolía del alcohol, borracho de palabras y de versos, con mi única historia terminada en mi regazo. Historia que releo una y otra vez, pues a nadie le importan mis pensamientos. La única historia a la que coloqué terriblemente la palabra.....


                                                                          Fin

jueves, 16 de mayo de 2013

El Dragón de Hong Kong (parte V)




Recuerdo que los días que siguieron a aquel encuentro, Chen se mostró distante y ojeroso. En su mente, al igual que en la mía, permanecía, vívida, la imagen de la hermosa Lin-Shao. Pero, por lo visto, a Chen le había dañado seriamente el corazón y se lamentaba una y otra vez de su desdicha. 

"Jamás ella se enamorará de mí.... mi bella Dragón Blanco..." 

"Ni de tí, ni de ningún otro." Le contestó una vez su padre. "Si es el auténtico Dragón Blanco es incapaz de amar. Su capacidad de amar murió junto a su amado, Pai-Te-Tuan." 

La leyenda que nos relató el cocinero de mi padre contaba que Lin-Shao, el Dragón Blanco, se enamoró locamente de Pai-Te-Tuan, un sacerdote mortal. Gracias a sus poderes, Lin-Shao se convirtío en doncella y Pai-Te-Tuan quedó cautivado por su impresionante belleza y gracia.
Pero Lu-Pen, el Dragón Verde, que siempre había amado sin fortuna a Lin-Shao tuvo celos de éste y lo asesinó.
Cuentan que Lin-Shao enloqueció y que jamás volvió a adquirir su verdadera forma pues Lu-Pen la maldijo de esta manera. Como mujer erró por el mundo, penando por Pai-Te-Tuan y juró ante la figura de su amado que jamás volvería a amar a nadie, pues su amor sería sólo para él.
Sin embargo, la leyenda afirma que cuando ella ame de nuevo a un mortal regresará a su auténtica forma de dragón. a

"Olvídate de ella, hijo mío" le dijo el cocinero a Chen "no seas insensato y no juegues con los dioses..." 

Pero si Lin-Shao se había enamorado una vez de un sencillo monje, no existía impedimento alguno para que pudiersa enamorarse de nuevo de un simple mortal. Al menos de esta forma lo veía Chen. 


Así pues, tras varias noches en las que Chen era incapaz de conciliar el sueño, regresamos al Dragón Blanco y de nuevo, escondidos en la esclaera, observamos la misma escena en la que "El Señor de Shangai" ofrecía los servicios de Lin-Shao a cambio de una buena suma de dinero.
ESta vez fue un gordo comerciante chino quien ofreció a Chao una bolsa repleta de oro. Sabía que en breves instantes, el ganador de la subasta y la hermosa joven que ocupaba nuestros corazones subirían la escalera que les conducía a los aposentos.
Pero nada sabía de los planes de Chen. Tan sólo advertí su nerviosismo e inquietud. 

De nuevo, Lin-Shao nos miró al pasar, y en sus ojos estaba condensada si eso es posible, toda la tristeza del mundo. Como un grito de auxilio, lánguidamente dejó caer la marmórea mano. 
Chen me miró y me dijo al oído:

- Scott, espera aquí. 

Acto seguido, subió escaleras arriba, en pos de la extraña pareja. Vacilé durante unos instantes, pero cuando un gemido ahogado provino del piso superior corrí en pos de mi hermano. Temía por su vida, pues aunque era tan sólo un niño, era consciente en todo momento de lo peligrosos que eran la mayoría de hombres que acudían a aquel lugar. 

Al llegar arriba lo que vi me dejó sin respiración. En el suelo yacía el obeso hombre, inconsciente pero aún con vida. Unos pasos hacia delante, Chen sostenía entre sus manos las manos de Lin-Shao, y una punzada de celos se confundió con el pánico que sentí a ver a aquel hombre malherido. 

Lin-Shao miraba a Chen ladeando la cabeza a un lado y a otro, haciendo agitar sus largos cabellos. Chen parecía sumido en un dulce sueño del que era preciso despertara lo más rápido posible. Si alguien nos descubría en aquel momento era más que probable que no salieramos con vida del recinto.
Me acerqué a Chen y le agité fuertemente el brazo, llamándole, pero no obtuve respuesta. Su cuerpo estaba allí pero su alma estaba unida a la de Lin-Shao, quien le había atrapado por completo.

- Pai-Te-Tuan.... Pai-Te-Tuan...- murmuró Lin-Shao. Y su voz era siseante y deliciosa. Tanto que casi olvidé el riesgo que estábamos corriendo.- Mi amado Pai-Te-Tuan...

De sus radiantes ojos brotó una lágrima que cristalizó en su blanca mejilla, dañándole su delicada piel, de la que surgió una espesa gota de sangre. Entonces, de su pequeña boca surgió un grito agudo que resonó por todo el recinto. Acto seguido se encogió sobre si misma, cayendo al suelo.

Chen estaba paralizado, mirando a su amada, mientras yo intentaba por todos los medios sacarle de allí. Mas no había forma humana de conseguirlo. Sus pies parecían estar clavados al entarimado de madera. 

Continuará....

domingo, 12 de mayo de 2013

Mediterráneo....




Hoy me levanté poética.... Os dejo con ese mar cálido que nos acaricia y nos une...

¡Feliz semana!

Buscando



Me busco en la orilla del mar, me busco en las palabras, me busco en cada rincón de mi hogar, en las miradas que se cruzan, en los recuerdos escondidos tras el aroma a incienso, tras el tacto de la arena en mis pies y el roce de la brisa en mi rostro.
Me busco en los rincones de los armarios desordenados, me busco en los zapatos viejos que caminaron tan poco, me busco entre las páginas amarillentas de libros que guardan algo más que polvo.
Me busco en los otros, me busco en los bolsillos, me busco en los sueños que atesoro, en las lunas que vendrán, en los bailes perdidos y en los besos guardados; en melodías grabadas a fuego, en la calidez de un abrazo, en sonrisas desdentadas….

No sé dónde estoy. No me encuentro.
Sé que ahí estaré, en alguna parte. Entre los pedazos del pasado. Soy la niña que jugaba, soy la joven que escribía, soy la mujer que amaba…. Sé quién era, pero ¿quién seré? Me busco pero no me encuentro todavía.

El mar acaricia mi rostro. El viento se enreda en mi pelo. El sol acaricia mi nuca. Las olas me devolverán mi vida…. 


viernes, 10 de mayo de 2013

El Dragón de Hong Kong (parte III)




Chen era como un hermano mayor para mi. Era el hijo del cocinero de mi padre. Delgado como una caña de bambú pero fuerte, al mismo tiempo, como lo es también el bambú. Su mirada era brillante y serena y su cabello, largo y negro como el azabache. 
Le admiraba profundamente y yo tan sólo tenía ojos para él. A donde fuera Chen yo iba con él. Y no había ningún joven que se atreviera tan sólo a desafiarle, pues más de una vez había dado cuenta de su maestría con el Kung-fu. 
De vez en cuando, Chen y yo nos escapábamos al paseo donde se aglutinan los locales de la noche en Shangai. Donde acudían a divertirse los hombres más poderosos y peligrosos de todo Hong-Kong, tanto chinos como europeos.
Y el más famoso de todo aquel paseo era "El Dragón Blanco", un club de lujo regentado por el viejo Chao, al que todos conocían como el Señor de Shangai, pues prácticamente poseía la mayor parte de los negocios de la ciudad, tanto legales como sumergidos.
"El Dragón Blanco" disponía de todas las distracciones habidas y por haber: opio, baños, salas de juego y por supuesto, mujeres. Las más bellas mujeres de toda China, que danzaban, cantaban y ofrecían sus encantos a quien estuviera dispuesto a pagar por ellos. 

Una noche, Chen y yo nos deslizamos al interior de "El Dragón Blanco" gracias a que mi "hermano mayor" conocía a uno de los cocineros, amigo de su padre. Nos colamos por la parte de atrás y cuando la sala principal apareció ante nuestras jóvenes miradas, nos deslumbró el lujo y la riqueza de adornos y decoración. Numerosas personas se congregaban en pequeños círculos junto a mesas de juego, se recostaban en cómodos divanes en compañía de preciosas damas o charlaban, animadamente, de pie, sosteniendo una copa de champán en sus manos. 
Aquello no tenía nada que ver con las discretas fiestas que organizaba, cada vez menos, mi estirado padre, con sus amigos británicos. Aquello era Hong-Kong en todo su esplendor. 

Nos embriagó las risas de felicidad de los contertulios, nos aturdió el olfato los perfumes de las mujeres y el aroma del tabaco que muchos caballeros fumaban en puros. Los colores de los vestidos alegraban la noche y aquí y allá andaban, presurosos, camareros enfundados en rojos quimonos, deslizándose silenciosamente entre la multitud. 
La noche nos tocó el alma, y en mi ingenuidad creí que aquello era la felicidad en estado puro. Chen y yo nos sentimos alegres como nunca y quisimos acercarnos más y confundirnos con aquellas distinguidas personas. 
Pero tal y como Chen y yo íbamos vestidos seríamos sacados a trompicones si llamábamos demasiado la atención, así que decidimos que lo mejor sería mantenernos entre las sombras, disfrutando únicamente con la visión de aquel maravilloso lugar y de ese modo permanecimos escondidos en el descansillo de la escalera. 

Y, entonces, una música metálica sonó, llamando al silencio a los invitados. Las luces de la sala se apagaron y tan sólo el escenario quedó iluminado.
Una figura encorvada  y pequeña apareció, luciendo un rico vestido con bordados en oro y unos largos bigotes blancos que le llegaban hasta la cintura. No era otro que le mismísimo Chao, el mismísimo "Señor de Shangai". 

Con voz vibrante y temblorosa, Chao presentó el orgullo de su club: el auténtico Dragón Blanco, y ante nuestras atónitas miradas contemplamos por vez primera, a Lin-Shao, la más bella mujer que ha existido nunca o existirá jamás. 
Describirla con palabras resulta, más que difícil, sencillamente imposible. Sólo diré que en sus ojos se escondía la esencia de todos los colores del arco iris y que su tez era tan blanca y radiante como el mismísimo mármol. Sus cabellos, que lucía libres, ondeaban hasta el suelo, cubriéndola de un halo púrpura de misterio, y su boca pequeña y rosada, hacía que desearas comprobar si su sabor era tan dulce como el de una fresa madura. Mi infantil corazón quedó prendado de ella, pero no fui el único. Chen suspiraba al contemplarla, con una expresión de tristeza que jamás había visto antes en él. 

Chao la cogió de la mano y se dirigió al público, preguntando si había algún hombre en la sala que deseara yacer con la auténtica Dragón Blanco, venida desde el norte de China, donde las nieves son perpetuas. Varios hombres agitaron billetes desde sus asientos, pero Chao iba rechazándoles, pues según él aquella mujer tan sólo podía ser vendida a cambio de una mayor cantidad de dinero, pues su valor era incalculable. 
"Esta mujer no es una mujer cualquiera" decía " Es el auténtico Dragón Blanco, hija de Fei-lian, dios del viento y de Heng-O, diosa de la luna... ¿quién no ha soñado jamás dormir junto a una auténtica diosa?" 

Finalmente fue un hombre inglés de rojos cabellos y sonrosadas mejillas quien ofreció a Chao una cantidad de dinero que le contentó. El "Señor de Shangai" entregó la mano de Lin-Shao a éste mientras sonreía, guardando el fajo de billetes en su bolsillo. Al cabo de un rato, el inglés y la enigmática joven desaparecieron, escaleras arriba. 
Casi nos descubren, pues Chen asomó su cabeza para contemplar el bello rostro de Lin-Shao. Pero afortunadamente, el inglés no percibió ningún movimiento. Sin embargo, la doncella nos lanzó una lánguida mirada mientras ascendía. Chen y yo nos marchamos de allí por donde habíamos venido. 

Continuará....

Atardecer




Camino, sólo camino... miro al frente, porque detrás el sol se deja vencer por la noche... y en ese breve espacio de tiempo donde todo se tiñe de melancolía rojiza yo quiero escapar, huir, desaparecer, esconderme del toque nostálgico de ese tono anaranjado que me trae recuerdos que no quiero, recuerdos que quiero olvidar...

Así que aprieto el paso, ganándole el pulso al atardecer que me pisa los talones.... ¡corre! ¡vuela! ¡date prisa! ¡Llega a la noche antes que el sol! Intento correr pero el sol me agarra de los tobillos y me hace dar la vuelta hacia su belleza triste.... Me dejo abrazar por él.... Un nudo me desgarra las entrañas.... pero la noche llega pronto y cura las cicatrices que las lágrimas secas dejaron en mi rostro.




martes, 7 de mayo de 2013

El Dragón de Hong Kong (parte II)



- Buenas noches, señor. ¿Le molesta a usted mi compañía?- me dijo en un correctísimo castellano.

Le contesté que no tenía ningún inconveniente en ello.

- Mis noches suelen ser demasiado solitarias...- le dije.- Siempre se agradece conversación.

En su rostro se medio dibujó una sonrisa, aunque no puedo afirmarlo con seguridad. Sus labios apenas se arquearon.

- Mi nombre es Scott Ferguson Li... ¿y usted?
- Jofre. Jofre Sempere.
- ¿Es usted escritor?
- Me gusta escribir, si. Pero a nadie le interesa lo que escribo...- dije riendo, llenando generosamente mi copa de vino.
- ¿Me permite?

Scott cogió mi libreta, donde garabateaba poemas y comienzos de historias que nunca terminaba. La misma libreta en la que ahora escribo mi única historia con final. Leyó en voz alta las últimas líneas, aquellas que había escrito momentos antes, justo cuando él atravesaba el umbral.

- "El dragón de Hong Kong"... curioso...- y se echó a reír, con una voz sonora y grave. Su rostro cubierto de arrugas vibraba con aquella expresión emotiva. Su risa me alarmó, en gran medida, y realmente me asusté cuando el desconocido me agarró la mano, fuertemente, aprisionándola con la suya, enorme y cubierta de diminutas manchas, como el resto de su piel.- La ha visto... ¿verdad?

-¿A quíén?

Scott no me contestó, pero su expresión mudó, de golpe, y volvió a ser el inglés de aspecto torvo pero calmado de hacía unos segundos. Sin embargo, sus palabras habían sido lo suficientemente misteriosas como para provocarme una inquietud, una curiosidad incipiente que tan sólo él podía satisfacer.

- ¿A quién debería haber visto?- Insistí.

El inglés bebió el whiskey de un trago, como si fuera agua, y me miró fijamente a los ojos. Tras un silencio breve pero eterno se secó los labios, miró hacia el fondo del local y comenzó a hablar:

Mi padre era George Ferguson, un adinerado comerciante inglés afincado en Shangai. Mi madre, sin embargo, era una prostituta china a la que nunca conocí. Según mi padre, murió durante el parto, pero más tarde -demasiado tarde quizás- averigüé  que ella no había muerto. Su identidad, pese a mis esfuerzos por llegar a conocer a la mujer que me dió la vida, se perdió para siempre. Su único legado fue su apellido: Li. 

Mi padre estaba sumido casi de continuo en los delirios del opio, con lo que poco recuerdo de él salvo su agonía perpetua. Dilapidaba su fortuna en su propia muerte, que le sobrevino cuando yo contaba tan sólo con doce años. 

Así pues, mi infancia transcurrió entre los sirvientes chinos de mi padre, que para mí siempre serán mi auténtica familia. Eso sí, George Ferguson, para el que yo era tan sólo el heredero único de la totalidad de su negocio, no descuidó ni un momento mi educación puramente británica, y así pues, dispuse de un tutor inglés que me instruyó en las letras y en los números, me enseñó a leer y a escribir un correctísimo inglés... pero eso fue todo. 
Pues mi corazón se encontraba en las calles de Hong Kong, en los mercados al aire libre y entre sus gentes.... Y a los once años, mi vida se apartó para siempre del rumbo marcado por mi padre. A los once años vi por primera vez a Lin-Shao. 

Continuará....


lunes, 6 de mayo de 2013

El Dragón de Hong Kong (parte I)

Arreglando cajones ha aparecido este cuento que escribí hace unos cuantos años. Me gustaría compartirlo, a ver si me inspiro y vuelvo a escribir algún relato. Iré publicándolo poco a poco. Espero que os guste y que opinéis sobre él. ¡Gracias por leerme!


Como cada noche, viajo hasta Shangai para dejarme embriagar por el dulce aroma del vino, para robarle algún beso exótico a alguna de sus mujeres o quizás, únicamente, para buscar entre sus barrocas paredes la inspiración que suelte mi mano; la musa alcohólica que, con fortuna, sea madre de mis maltrechos escritos que nunca, nadie lee.
No se trata del auténtico Shangai, ni mucho menos. El mío se sitúa en un callejón que estalla en las Ramblas de la vieja Barcelona, y que fue, hace un par de décadas, cobijo de la élite de la Bohemia y el Modernismo. De la élite y ... de aquellos que, hoy, aún deambulan como espectros en la noche mágica y funesta de esta desvencijada ciudad. 

Hoy en día, el Shangai es tan sólo un burdel más, donde hombres, en su mayoría marinos y camorristas de poca monta, disfrutan por una noche de los placeres carnales de jóvenes filipinas, traídas a España con la ilusión de Europa pintada en sus rasgados ojos. Cuando llegan aquí, el brillo de su mirada se pierde hacia Oriente. El sueño de Europa se queda huérfano, en un barco plagado de ratas y sombras. 
Podría escribir largas páginas con las historias de las sumisas concubinas, pero al final sería tan sólo la misma historia repetida hasta la saciedad... una única historia con un único final, lamentablemente desgraciado. 

Sin embargo, cuando las luces de las Ramblas se encienden, dando paso a la locura de la noche, y mis pasos me conducen al lejano Oriente, las prostitutas ríen, olvidando sus penurias, los marinos se transforman en caballeros de erguida pose y yo mismo me creo un escritor de éxito, un joven gallardo al que las doncellas miran con ferviente admiración y lujuria. 
Entonces, el Shangai, no es un burdel cualquiera. Su fachada, lujosamente adornada con exóticas tallas de madera, es la del palacio del mismo Emperador Amarillo, y el dragón que serpentea entre las doradas letras me recibe inclinando su señorial cabeza. 
Como la noche a la que me remito... una noche más en teoría.... pero aquella fue la noche más extraña de mi vida. La noche en la que conocí a un viejo inglés que atracó, como yo, a las puertas del enigmático Shangai.

Si alguien cruzara ahora mismo la puerta custodiada por el mítico dragón, me vería como aquella noche, sentado en una mesa, al fondo, junto a la escalera enroscada que conduce a las habitaciones superiores. Me encontraría escribiendo, compulsivamente, las frases que el alcohol me regala, inconexas vacilaciones que pierden su significado en cuanto el sol asciende por el mediterráneo. 
Una botella de vino, a mi izquierda, y en la otra, una torre de colillas, amontonadas en un cenicero de cristal azul.

Así me vio aquel tuerto con el ojo al descubierto extrañamente rasgado, y yo, recuerdo, levanté apenas la mirada un instante, para fijarme en el parche que cubría su otro ojo y en su figura alta y delgada.
Se pidió un whiskey con hielo y después se acercó, lentamente a mi mesa. Me pareció que cojeaba, pero su forma de andar no correspondía a la de un lisiado. Era un hombre fuerte, y lo advertí en su mirada, en el rictus de su rostro y en lo fuertemente que apretaba las mandíbulas.


(Continuará....)





jueves, 2 de mayo de 2013

La cajita de besos




He construido una cajita, mi niña. Una cajita de besos, una cajita de sueños para meterme dentro y estar siempre a tu vera.
Así, cuando no estés podrás abrirla y descubrir que mamá guardó dentro todos los besos que tú necesitas, pequeña.
Guardé besos de chocolate y miel, para cuando tengas hambre; besos de caramelo para después de comer; besos de luna llena que quitan las penas; besos de algodón de azúcar que curan las heridas; besos con alas para volar muy alto; besos rápidos rápidos de los que hacen cosquillas en los pies; besos sonoros que hace muuuuacs y viajan por teléfono hasta tu orejita; besos de buenas noches que son tesoros; besos de princesa que hechizan sapos; besos de esquimal de naricillas heladas; besos de todos los sabores inventados...

Besos, muchos besos, infinitos besos para que nunca te falten, vida mía....

Esta noche abriré la ventana para que vuelen mis besos hasta tu cama, y recojan los sueños nocturnos de color de luna para peinar tus cabellos dormidos y tu frente clara... Con ellos viajaré, convertida en aire, convertida en susurro que quiere abrazarte allí donde tu estés.... yo estaré contigo.

                                                                                                          Un beso niña mía....

Primavera de ausencia

Hoy salió el sol después de varios días de ausencia.  La lluvia lavó la tristeza pero se dejó un nudo que no desata ni la tibieza del sol ni el canto de un pájaro cerca de mi ventana.
Es un nudo de ausencia, como esta primavera agridulce. Un llanto que no arranca, porque estoy perezosa hasta para eso. Es un guiño a la nostalgia y a la memoria de otras primaveras donde la soledad no tenía cabida.

Hoy el sol calienta mis mejillas, pero mis manos están frías porque están vacías.
Y me olvido de mis propósitos de escribir sobre aquello que me hace feliz tal vez porque lo que me hace feliz no está.

Hoy no estáis y sólo hay ausencia.

Ausencia de risas en mi mañana. Ausencia de juguetes en el pasillo.  Ausencia de voces, miradas, abrazos, cuentos y besos, muchos besos, besos que guardo en la frontera de mis labios,  esperando a que volváis y llenéis mayo de felicidad y ruido.

lunes, 29 de abril de 2013

Cómo cambiaron mis noches...



Anoche soñé con vosotras y al despertar esperaba alargar el brazo y encontraros allí, como una prolongación de mi sueño... pero no os encontré. Y de repente.... entendí qué significa echaros de menos.
Porque hace casi 6 años que mis noches cambiaron su luz, su olor, su razón de ser....

Mis noches se volvieron de color melocotón, se llenaron de manitas cálidas que te abrazan, de cuentos maravillosos protagonizados por las dos princesas más guerreras y valientes del Reino de los Sueños, capaces de vencer a brujas y piratas malvados... Mis noches se llenaron de rutinas deliciosas donde los "te quiero" se pueden encadenar hasta el infinito y más allá.... y siempre hay un "yo más" Pero lo que no sabéis es que yo siempre os querré más y más... Lo que no sabéis, es que yo siempre os gano en ese juego.

Hasta entonces nadie me había reclamado tantas veces una misma noche  ni gritado mi nombre en la oscuridad. Me convertí en la más temible enemiga de los monstruos del armario y no hay debajo de la cama ninguna sombra que soporte mi sola presencia....

Llenasteis mis noches de interrupciones, despertares, imprevistos, insomnio....
Desde entonces, en mis noches hay: tibieza, ternura, sueños, canciones, bostezos, abrazos, besos y más besos de buenas noches, cuentos sin final, dientes bajo la almohada, vísperas de Reyes y mucha magia...

Y un día, terminarán esas noches, lo sé.... ya no escucharé vuestros pies descalzos correr hasta mi cama, ni vuestras vocecitas pidiendo ser arropadas, ni competiréis a ver quién me quiere hasta más lejos, ni me pediréis "sólo un cuento más, mami".

Por eso, al despertar esta mañana, extender mi brazo y no hallar más que las sábanas frías, entendí lo grandes que hacéis mis noches y mis mañanas, queridas hijas mías....


domingo, 28 de abril de 2013

La felicidad de las pequeñas cosas

 


Ayer la lluvia golpeó el cristal de mi ventana y me hizo pensar. 
En lo equivocada que he estado y en lo sencillo que es todo. Nos complicamos la vida, nuestra corta existencia buscando la felicidad en el lugar equivocado.... 

Ayer lo comprendí.... la felicidad no está hecha de grandes momentos sino de pequeñas cosas. Se encuentra en los detalles. 
Hoy quiero inventariar esos detalles. Esas pequeñas cosas que están ahí cada día y pasan desapercibidas. Nuestra felicidad... 

Es la gota de lluvia que moja la cara... el buenos días de una persona extraña que nos cruzamos por la calle, el beso tierno de un hijo, la mano tibia en la tuya, el sol que calienta tu nuca, el café de la mañana y la risa de un compañero en la jornada... 
Es la voz de una madre, el trazo torpe de un niño en la escuela, la calidez de la almohada cuando te acuestas, el ronroneo de un gato, las palabras de apoyo de un amigo, el abrazo de un padre, la copa de vino medio llena, la noche que te arropa, la mañana que te despierta... 

Es el olor de la lluvia, un orgasmo compartido, un vientre que crece, un repiquetear de pies que suben escaleras alegres, es un regalo que se abre, un reencuentro de dos amigas, un sueño que te persigue, un paseo en bicicleta, el cansancio que te lleva al reposo, la brisa del mar, un baile solitario, unos pies descalzos en la hierba, el aroma del pan recién hecho y el sabor del chocolate... 

Es un puzle inacabado, un "te quiero, mami, más que a nada" y un "yo más".... Es mirar por la ventana y ver la lluvia, esa lluvia que todo lo limpia.... y nos devuelve la felicidad de las pequeñas cosas..... 

No busques grandes momentos.... disfruta de cada uno de esos pequeños momentos que esconden la grandeza de la vida....  Yo los voy a inventariar.... para que no se me olvide nunca lo feliz que soy.... 


¿Quieres vivirlos conmigo?